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La vida irreal de Salvador Leal

Pepino

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Este post está dedicado a mis papás, que hicieron todo lo posible porque no me convirtiera en un monstruo capitalista/consumista durante mi infancia. Este post también está dedicado a la televisión, compañera desde mis primeros años, que hizo todo lo que pudo para que mis papás no tuvieran éxito en sus empeños. Y triunfó.

Cuando yo estaba en la primaria, el mejor incentivo que tenía para hacer la tarea, era la televisión. Llegaba a la casa a eso de la una, comíamos a las dos y para las cuatro de la tarde (a menos que tuviera que hacer una maqueta del sistema solar o un diorama de la Independencia o alguna mafufada del estilo), yo ya estaba sentado frente a la televisión.

En una época en donde toooodos los niños de mi generación veíamos el mismo canal (Canal 5 de Televisa) y los mismos programas, ser niño en los ochenta era mucho más fácil que ser niño en el siglo XXI, lo mismo que ser Gerente de Marca de alguna empresa de alimentos era mucho más sencillo entonces que ahora: uno contrataba un anuncio durante las caricaturas del Canal 5 durante seis meses y aseguraba la recordación del comercial en la mente de los infantes por mucho tiempo. De hecho, el Gerente de Marca no lo sabía, pero realmente estaba tatuando el comercial en la psique de los niños y asegurando su recordación no por meses sino por décadas.

La brecha generacional creada por los medios de comunicación, entre nuestros padres y nosotros, eran abrumadores. Mientras que ellos, cuando eran pequeños, cantaban tradicionales canciones infantiles mexicanas durante los viajes en carretera, la generación de los ochenta cantábamos jingles comerciales. Gansito Marinela, Coca-Cola, Sabritas, Panditas («hay panditas de sabores, fresa, piña, naranja y limón») y un larguísimo etcétera, eran nuestros gritos de guerra gracias a que la televisión se había encargado de aleccionarnos entre la hora de la comida y la hora de irse a dormir.

Mis papás, sin embargo, no eran de los que se dejan vencer fácilmente. Además, ellos eran lo que ahora se conoce como «contraculturales» (goooeeeeiii), egresados de la UNAM, lo suficientemente conscientes de su entorno como para querer que su pequeño heredero se convirtiera en un Cerdo Capitalista®. Su contraataque fue brutal. Me enviaron los veranos a la casa de mis abuelos en Michoacán a que aprendiera a hacer resorteras, comer elotes asados en hoyos de tierra y mojarme con las lluvias veraniegas, me acercaron a libros que no tenían personajes de Disney en las portadas y me generaron un verdadero interés por las mitologías griegas y romanas, me dieron cómics de otras latitudes (así conocí a Tintin) y las estaciones de radio que escuchaba eran Radio Educación (con Emilio Ebergenyi) y Radio Infantil (qepd).

Al hacer esto, mis papás creyeron que estaban vacunándome contra el constante impacto mediático de marcas y conceptos «extranjerizantes». Pero la verdad es que lo único que me estaban haciendo era generarme una esquizofrenia cultural de magnitudes bíblicas que hasta la fecha rige mis gustos culturales.

Pero todo este choro es porque, dentro de las cosas que me acercaron mis papás en aquellas épocas, fue un cassette llamado «El Tío Pepe y Pepino» en donde el tema de todas y cada una de las canciones era hacer pensar a los niños sobre la televisión, los refrescos, las golosinas y todo aquello que las Grandes Corporaciones® se encargaban de vendernos todas las tardes. Si mal no recuerdo, Pepino era una marioneta que acompaña a (obviamente) el tío Pepe en su quijotesca labor de conscientizar a los escuincles sobre la publicidad engañosa y los productos inútiles y caros.

Si el Tío Pepe y Pepino tuvieron éxito, no es tema de este post. Pero curiosamente hoy en la mañana me desperté tarareando una canción que reconocí de aquellos años y le pregunté a Google sobre el mentado tío Pepe y su carnal Pepino. Ahí encontré el blog de Alaíde Ventura en donde cuenta que se encontró a Pepe González aka «el tío Pepe» en Xalapa. En estos años perdió la vista pero sigue cantando; ella se acercó y él insistió en regalarle la versión en CD del cassette que tanto Alaíde como yo, escuchamos en nuestra infancia.

Esperando que me compartiera algunas canciones, le mandé un mail a Alaíde esperando que un día de estos lo viera, se compadeciera de mí y me ayudara a recuperar ese pedacito de infancia que le di al tío Pepe. No tuve que esperar más de 3 minutos cuando tenía en mi mail las canciones «contraculturales» de Pepe y Pepino. Y se las dejo aquí para que sepan el tipo de información al que -también- me expusieron mis papás…

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El Tío Pepe y Pepino – No veas tanta Televisión

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El Tío Pepe y Pepino – Confesiones de un Refresco

Written by Salvador Leal

junio 3rd, 2010 at 5:03 pm

Posted in nostalgia

10 Responses to 'Pepino'

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  1. Ásterix y Óbelix FTW!

    alice

    3 Jun 10 at 7:01 pm

  2. Qué bonito escribe usted, maestro. Y qué pedo con ese jingle de la tele-malévola!

    Chanfle II

    3 Jun 10 at 8:21 pm

  3. Pues sí, las transnacionales y nacionales productoras de chatarra se hinchan de dinero con la venta de sus cochinadas, el pex es que en el precio pagamos los impuestos que van para la UNAM y educación pública y pagamos los sueldos y prestaciones de los empleos directos e indirectos que se generan. Mejor, además de añorar, haz propuestas Tío Pepe y Pepino’s style para obtener el billete y los alimentos sanos por medio de acciones acordes con la ecología y la salud del pueblo. No creo que en un departamento de Tlatelolco se puedan asar elotes en la tierra ni haya material para hacer resorteras y en la calle no te puedes mojar con la lluvia ácida ni puedes salir a jugar con seguridad. Ah, pero sí tienes una televisión para entretenerte: el que te dejes influir por ella depende de la abundante o escasa materia gris con la que la naturaleza te haya dotado. En fin, la humanidad constantemente está evolucionando para bien o para mal (actualmente más para mal) por lo que se ve imposible que las cosas vuelvan a ser como en el siglo pasado ¡y menos en este 2010 en que ya ni siquiera nos acordamos, ni conmemoramos, a Pancho Pantera: fuerte, audaz y valienteeeeee…!

    SiuL (a) LuiS García Camacho

    5 Jun 10 at 12:09 pm

  4. Ah! ahora entiendo porque también padezco de esa ezquiso cultural. Esa mezcla de provincia rústica y la ciudad superpoblada. Muy buen post y rolas 🙂

    magenta

    26 Jun 10 at 9:49 pm

  5. Voy a seguir tu blog, soy fan ya

    Cristina

    1 Jul 10 at 11:13 pm

  6. Leo este blog desde hace muchos años pero le habia perdido la pista.
    Le doy click a la cancion del refresco y me sorprendo cantandola, recordando la letra!!! Y poco a poco recuerdo un LP, autografiado por el Tio Pepe ni mas ni menos. Soy de Xalapa (pero resido en TJ) y debe estar (espero) por ahi guardado junto con otras reliquias. Creo que alguien de mi familia lo conocia.
    Si me gustaba tu blog, hoy me gusta aun mas.

    Bery

    3 Ago 10 at 11:13 pm

  7. Ahh y si llego el mensaje, no me gusta la soda (refresco).

    Bery

    3 Ago 10 at 11:17 pm

  8. No maaaaaaaaaaa!!!!!!!!! Yo también tenía el cassette del Tío Pepe y Pepino! Aunque las canciones que más recuerdo son las de las verduras y la taquería llamada la tifoidea… que viaje a la inflancia!

    Yo por esas épocas más que leer a Tintin leí Asterix y Obelix y también escuchaba radio educación y un programa que se llamaba «de puntitas» 😀

    DaNnY

    1 Feb 11 at 4:48 pm

  9. Cuando leí su post , vi por un momento reflejada mi infancia allí . Yo tuve conocimiento de estas canciones desde los cinco años , merced a T R M , y la labor del Instituto Nacional del Consumidor . Efectivamente para nosotros en nuestra niñez el canal hegemónico era el cinco y me extrañaba que los compañeros de la primaria vieran las mismas cosas que yo . También tuve una mamá que no veía con buenos ojos lo que se veía en la televisión y me motivaba más a estudiar o a jugar , de hecho ella estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM , aunque no pudo concluir puesto que le dijeron que eso no dejaba dinero ; por otro lado mi familia era de confesión cristiana ortodoxa no practicante (una rama del cristianismo más afín al judaísmo que a la iglesia católica ) y obvio , queda siempre el abismo entre lo halal (similar al kosher ) y lo no halal ; añada que el chamaco nació remilgoso , y que San Martín Xochinahuac seguía siendo rural hasta que llegó el metro El Rosario , ya comprenderá que éramos terreno estéril para los jingles . Se bebía refresco sólo en las fiestas y la vueltecita a la tienda era imposible porque se traía el mandado para la semana , porque se acostumbraba ir a la plaza o a la Merced , acaso la tienda de autoservicio , pero no la tienda y en la otra casa era imposible , pues estaban los banda y no lo querían a uno por no ser católico .

    Alfonso Esteban Lopez Hernandez Najjar

    26 May 14 at 2:26 pm

  10. Total ,para no hacérsela cansada , uno vivió parte de su infancia con esas canciones y gracias por compartirlas .

    Alfonso Esteban Lopez Hernandez Najjar

    26 May 14 at 2:28 pm

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