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La vida irreal de Salvador Leal

Decisiones

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Lo primero que te enseñan en tu clase de Economía (o de Introducción a la Microeconomía, o Eco I, o Palitos Económicos I) es que el ser humano tiene deseos ilimitados y recursos limitados. «Los recursos son escasos», nos dicen. Y esto, nos guste o no, nos obliga a tomar decisiones que muchas veces no son las más agradables. Una que se me ocurre como ejemplo es que si tú decides tener 20 hijos (o 10, o 5, o 2) y tus recursos no son muchos, tendrás que decidir cuál de tus hijos va a la universidad y cuál no; y aún suponiendo que tienes recursos económicos suficientes, el tiempo que les darás a cada uno de ellos no podrá ser mucho. De nuevo, tendrás que elegir cuál de tus hijos requiere más atención que los otros; cuál de todos ellos tendrá más de tu tiempo que los demás. Decisiones ojetes, vaya. No por nada a la Economía le llaman ‘the dismal science‘.

Pero dejemos el asunto de la escasez de recursos a un lado por un momento.

El domingo fui a ver, finalmente, Sherlock Holmes. Mi crítica será para otro momento y otro lugar, pero me generó muchísima curiosidad algo que sucedió antes de la función. Una chava de Cinépolis se dirigió a voz en cuello a toda la sala y dijo que si alguien quería donar dinero para ayudar a personas que no podrían ver, ella pasaría a recoger la cooperación de las personas interesadas (el programa se llama «Del Amor Nace la Vista«). Varias personas levantaron la mano, le dieron dinero a la chava y ésta a su vez, les dio las gracias y un flyer informativo. Todo esto mientras, casi de manera simultánea (era domingo), en miles de iglesias a lo largo y ancho del país, pasaban la charola de la limosna en misa. ¡Ah! y además mientras vivimos una crisis humanitaria en Haití que ha movido a que muchísimas personas aporten dinero, despensas, cobijas y demás para que les llegue a los afectados del terremoto de la semana pasada.

Ok. Muy bien. Hasta aquí, los hechos. Ahora la reflexión, en dos partes.

I. ¿A cuál de las tres cosas le debí dar dinero? ¿En cuál de las tres situaciones debí haberme involucrado? ¿Apoyando a personas que no conozco de un país que ni me va ni me viene pero obligado por algún tipo de lazo moral humanitario? ¿Apoyando a más que mexicanos puedan ver, y tener una de las herramientas fundamentales para la productividad? ¿O dándole dinero a una institución que no reporta de forma transparente las acciones en donde se gasta el dinero de las limosnas pero que tiene la confianza de millones de mexicanos que consideran loable seguir otorgándole parte de sus ingresos?

¿En dónde ayudar? ¿Por qué ayudar?

Retomemos la idea de que los recursos son escasos. Supongo que si yo tuviera muchísimo dinero, podría darme el lujo de ayudar a cuanta causa se me pusiera enfrente: niños con cáncer, damnificados haitianos, mexicanos ciegos, niños de la calle, computadoras en salones de clases, jóvenes sordos, niños con discapacidad mental, huérfanos… Haití necesita ayuda, por supuesto. Es un país que literalmente está en ruinas. ¿Pero nuestro país está mejor? Más de la mitad de la población es pobre. Miles de niños no van a la escuela y los que van tienen un rendimiento terrible ahí, ya sea por los maestros, por el sistema educativo o porque no tienen dinero para comerse un pan antes de entrar al salón de clases. Miles de profesionistas no pueden encontrar un trabajo. El chafísima Estado de Derecho permite las peores corruptelas y desigualdades. Nuestra situación también es trágica. ¿Quién está peor? ¿El que no tiene más que escombros (niño haitiano) o el que tiene algo pero que necesita un empujón para salir adelante (niño mexicano)? ¿A quién darle dinero? ¿En dónde poner nuestros esfuerzos/dinero/pensamientos, en Haití o en México? ¿Por qué?

Sí, sí. Entiendo que todos necesitamos salud, educación, amor de nuestros padres y una sociedad que nos procure. Sí. Pero en esta reflexión no estamos hablando de lo todos quisiéramos tener en el mundo. La discusión se basa en que tenemos poco (o mucho, pero limitado) dinero. No podemos darnos el lujo, como dije antes, de darle a todas las iniciativas altruistas que existen. No le puedo dar a los mexicanos Y a los haitianos. Así que he decidido darle a los mexicanos, a pesar de que los reflectores del mundo se encuentren ahorita en la isla caribeña.

Pero esta primera reflexión no termina aquí. Si de verdad quisiera hacer bien mi tarea, «los mexicanos» no es una buena respuesta a la pregunta de a quién darle dinero. Ni siquiera «los niños mexicanos» o «los niños pobres mexicanos» lo es. Aquí cabría un análisis profundo de en dónde mi dinero tendría más impacto positivo: ¿en los niños de primaria? ¿de secundaria? ¿o en los alumnos de posgrado? ¿debería apoyar un programa de becas para mexicanos en Harvard? ¿o un programa de becas en el ITAM? ¿niños sordos? ¿ciegos? ¿adultos mayores? Vaya, salgámonos de la categoría del capital humano y preguntémonos: ¿carreteras? ¿bibliotecas? ¿debería apoyar un programa de construcción de infraestructura?

No lo sé. Pero derivada de estas dudas es que viene la segunda parte de mi reflexión.

II. Una de las razones por las que no le doy a Haití es que no estoy seguro de que el dinero realmente llegue a las manos adecuadas. No sé si las despensas que estoy mandando están llegando a los damnificados por el terremoto o se están quedando en una bodega de Puerto Príncipe de donde las toman funcionarios del gobierno para usarlos como moneda de cambio. Y no, no me conformo con la filosofía de conductor de televisión que dice «lo importante es dar». No, no es cierto. Lo importante NO es dar. Lo importante es que lo que se dé, llegue.

Pero luego pensé, ¿y quién me garantiza que lo que dono a otras organizaciones realmente llegue a sus destinatarios? ¿qué institución altruista informa transparentemente no sólo los destinos de sus recursos sino también la eficiencia de los mismos? ¿qué tal que por cada peso que yo dono, el costo administrativo de la institución altruista se come 90 centavos y el resto se va para la verdaderamente a la causa por la que fue recaudado? ¡Ya ni el SAT!

Entonces se me ocurrió que sería bueno crear un indicador de mejores prácticas dentro de las instituciones de beneficencia. ¿A poco no estaría bien? Un sistema de calificación que permitiera que los que donamos supiéramos qué tan bien hacen su chamba dentro y fuera de la institución. La eficiencia y transparencia de los recursos sería fundamental para la calificación (y aquí la Iglesia católica reprobaría estrepitosamente… por qué, ¿cuándo fue la última vez que a ustedes les dijeron qué porcentaje de su limosna paga los autobuses de algún cura en la sierra de Oaxaca y qué parte le toca al club de golf de Onésimo Cepeda?), pero creo que el indicador ideal sería aquél que además nos dijera que el impacto de esa agrupación es significativo para el país. Una calificación que me pudiera ayudar a elegir entre darle dinero a una causa o a otra, que me permitiera saber si ayudo a construir bibliotecas o si mejor se lo doy a un niño con deficiencia mental.

Suena rudo. Pero recordemos que los recursos son limitados.
… de hecho, más que rudo, no deja de ser absolutamente ojete.

Written by Salvador Leal

enero 19th, 2010 at 4:08 pm

Posted in economía

14 Responses to 'Decisiones'

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  1. Yo recibo las noticias via sms porque mi jefe me inscribió al servicio gratuito.
    En la semana me llego uno que decía algo como «Haití necesita 50MDD: ONU»,
    y no pude evitar pensar: «Bueno, y México cuanto necesita?»

    Amin

    19 Ene 10 at 4:23 pm

  2. Tu reflexion tiene muchisimo sentido, y la apoyo totalmente.

    semidios

    19 Ene 10 at 4:24 pm

  3. Mi buen Salvador, tienes razón en todos tus puntos, sin embargo creo que a veces uno debe de dejar de ser un tanto métodico, calculador, optimizador, economista en fin, cuando se trata de donar. Como bien dicen, la lástima lastima. Pero, si pese a ello no puedes (como yo) dejar de ser experto en la tripodología felina y aplicarle el método económico a todo lo que haces incluyendo las donaciones te recomiendo una que me hace sentir bien a mi;

    http://www.charitywater.org/

    Como caridad da un recurso básico, difícilmente sustituible, que realmente hace la diferencia en cuanto a calidad de vida se refiere. No sólo eso, utiliza una base de donantes que pagan los costos administrativos de manera que tu donación va al 100% al proyecto, de igual manera utiliza tecnologías mediáticas modernas para que cualquiera pueda darle seguimiento y en efecto, puedo ver mi pozo en google maps xD…

    Saludos!!!

  4. Yo no, por supuesto no la apoyo, porque apoyarla sería no ser yo, puesto que yo soy contreras. Lo del apoyo a Haití es, cierto, muy relativo y tiene que hacerse, en la medida de lo posible, con la mayor cautela. Y sí es bueno hacerlo inmediatamente porque dentro de muy poco otra noticia mundial ocupará su lugar y volverán al olvido donde han estado 150 años de miseria creciente.

    Pero rescato y aplaudo la última idea, y de hecho, si tuviera tiempo, googlearía porque me parece que sí hay un organismo que califica las ONG (NGO) y su eficiencia. En fin, el tema es largo, y hay café al rato

    Armando

    19 Ene 10 at 5:51 pm

  5. Donar, en este país, es un asunto que se parece mucho a la fé: Hay que creer ciegamente que la ayuda llegará al destino.

    Incluso, pagar impuestos tiene esa dosis de incertidumbre de n saber a ciencia cierta lo que pasa con lo poco o mucho que des.

    En efecto, dar una botella de agua, un kilo de arroz o diez pesos, no resolverá nada ni aquí ni en Haití, pero mantiente ejercitado el «músculo de la generosidad»… Valor que cada vez se ve menos y cada vez hace más falta en el mundo.

    Sin embargo me parece muy sano seleccionar los proyectos por los que quieres aportar…

    AlexB

    19 Ene 10 at 6:28 pm

  6. Aunque yo no dono ya que cada vez pago mas impuestos – ¡que mas caridad que esa puede haber! – en el caso de Haití, siendo una situación contingente, siento que cualquier donación será bien aprovechada.

    En cuanto a la transparencia de las obras caritativas, encontré en internet http://www.charitywatch.org, que dan calificación tipo moody’s/standar & poor’s. Pero como siempre, ¿a cuanta corrupción no se prestará ese sistema de calificaciones? Hay toda una teoría sobre la mejor forma de administrar empresas filantrópicas, y uno de los mejores modelos es la fundación de Bill y Melinda Gates, con ideas tan radicales como que el CEO de la fundación debe ser rotado constantemente (no como nuestros líderes sindicales).

    Contribuyente

    20 Ene 10 at 12:46 pm

  7. Si quieres ayudar, ayuda a tu familia, a tus vecinos, a tus amigos, y no con dinero, dales de tus conocimientos, experiencias, sobre todo a las nuevas generaciones.

    No es necesario desprenderse del dinero que uno gana para lavarse la conciencia, yo digo 🙂

    Dx

    20 Ene 10 at 12:48 pm

  8. Anoche pensaba en por que no me nace donarle a Haiti? Ja! he aqui (en tu blog) la respuesta.

    Saludos

    Mona

    21 Ene 10 at 11:57 am

  9. La gran mayoría de las ONGs y agencias caritativas en Estados Unidos reportan los gastos administrativos. Inclusiva las iglesia católicas reportan todos los fondos recaudados en recolectas y sus gastos de una manera muy detallada, exhibiendo esa transparencia que tu señalabas. Eso no significa que estemos de acuerdo como utilizan el dinero, pero por lo menos sabemos lo que hacen con el. En cuanto Haití, yo creo que no es solamente cuestión de dinero, desgraciadamente hay problemas fundamentales que difícilmente se pueden solucionar con donaciones. Todos, estoy de acuerdo, tenemos que tomar esas decisiones de donde poner nuestros recursos limitados (no solamente financieros) de una manera muy personal.

    JJ

    24 Ene 10 at 12:25 am

  10. «¿En dónde ayudar? ¿Por qué ayudar?». Son preguntas que se tiene que responder uno mismo. Por qué ayudo, dono, coopero, etc. Pienso que tu planteamiento desde el punto de vista meramente económico es incompleto.

    Si tienes que hacerte todas estas preguntas y realizar estas reflexiones y aún así, con toda la razón que puedas tener, descubrir lo que significa para ti desprenderte de esos recursos para darlos a alguien más, simplemente no lo hagas. Punto. Por mas rudo y ojete que pueda parecer.

    Si no estás convencido de la mecánica, procedimientos, etc que tienen lugar cuando donas efectivo o especie para «X» causa, pues involúcrate. Dices bien que no se trata sólo de dar, sino de tener la certeza de que llegará a las manos de quien lo necesita.

    Y al que dijo que un kilo de arroz y un litro de agua no resuelven nada, créanme que bajo la logística adecuada, ayudan más de lo que se imaginan.

    Termino compartiéndote un dato. Teletón, como fundación, tiene un costo de operación de alrededor de 72 centavos por cada peso donado. Lo sé porque trabajé ahí 3 años.

    Saludos

    Harlan

    25 Ene 10 at 12:54 am

  11. Y si en lugar de darles pescado, les enseñamos a pescar???

    Juan el pescador

    26 Ene 10 at 11:10 am

  12. El último post me ganó justo lo que iba a poner. En realidad yo también lo pensé y de hecho lo twitteé hace una semana, queremos ser héroes de Haití, pero nuestro propio pueblo nos necesita, pero he decidido no donar en dinero, ni siquiera con especie y sin ver a quien se le da, dona tu tiempo, ese es oro, ve de vez en cuando y participa en una asociación o en una ONG, en cuál? Cualquiera de los motivos que diste es válido, así que éntrale, de esa manera estarás seguro de que tu ayuda llega, ves y disfrutas los resultados, creeme, no hay nada más gratificante.

    Ay ca’, eso esta más engorroso que sacar una moneda de tu bolsillo? Sí es cierto, pero nos quitaríamos de miles de trabas y creeme, ese granito de arena realmente construye una playa y no engorda los bolsillos de nadie, hay muchas asociaciones que te aceptarían con gusto, y haciendo lo que tu sabes hacer, no forzosamente tienes que ir al campo, ofrece una hora de tu semana a calcular las finanzas, yo como médico a dar consulta, o a organizar los medicamentos (era triste ver las imágenes de la cruz roja, en dónde se solicitaban médicos para hacer esa labor), ya tal vez después, sabiendo que esa agrupación si funciona, si no puedes darles tiempo, darás con calma el dinero. Esta es la perspectiva no de un economista, sino de un médico, y creeme, muchas ONG de salud requieren economistas, abogados, ingenieros, etc. y sólo citando un ejemplo.

    Cuando pensé en ayudar a Haití, pensé en ir, no en dar dinero, me detuvo que de haberlo hecho hubiese perdido mi trabajo, porque ellos no querían donar un minuto-tiempo del trabajador, así que regresaría siendo el danmificado.

    No les des el pescado, enseñales a pescar. Proverbio Chino… En apoyo a Juan el Pescador.

    Roberto

    27 Ene 10 at 1:58 am

  13. Triste pero real, me parece bueno la teoria de poder poner una calificacion de ayuda a las instituciones. Pero la realidad es que esto va mucho mas alla de si es cierto que tu aportacion ayuda, cooperación, etc llegue al lugar deseado. Es de la clase de incredulos que nos hemos convertido y nadie podria decirnos que no hay razones para no serlo. Pero que pasa si vez a alguien en la calle pidiendo ayuda, un aventon, cambiar una llanta, etc. Quien verdaderamente se detendria. Para algunos simplemente se termina por el unico proposito de no querer ayudar a aguien mas pero muchos otros nos encontramos con la misma cuestion de esta reflexion pero ahora en un sentido personal y no de institucion. Yo si voy en mi coche con mis dos hijo siendo honesta no me detengo y no porque no quiera. Pero no puedo evitar pensar que de real tiene dicha situacion o sere yo la que termine en un problema mayor exponiendo de igual manera a mis dos pequeños. Asi que haciendo una reflexion personal, yo podria decir que a lo unico que estamos llegando es a ser simplemente egoistas pues han abusado de toda la capacidad de dar algo a los demas.

    Luna

    27 Ene 10 at 5:47 pm

  14. De acuerdo con el comentario de «El contribuyente»: YO NO DONO PORQUE CADA DIA PAGO MAS IMPUESTOS. Y añado que la obligación de donar a alguien solamente es para con tus padres, digamos que en agradecimiento por tenerte penando en este mundo y para con tus hijos que los tienes porque te dio la gana y por tanto debes darles casa, vestido y sustento y aparte educación para que ellos se valgan por sí mismos cuando sean mayores de edad. En otro aspecto del comentario, ya llegamos al tiempo de «UNA PAREJA, DOS HIJOS» como manera de disminuir el número de personas en el mundo y por ello la demanda de recursos naturales cada vez más escasos… ¡Y otra buena, si no donas, te evitas la bronca de estar preocupándote por la correcta aplicación de los recursos!

    SiuL (a) LuiS García Camacho

    5 Mar 10 at 1:47 pm

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