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La vida irreal de Salvador Leal

Besos

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En el universo de la blogosfera, me parece que Orsai hace trampa y no juega el mismo juego que todos jugamos. El tipo es, simplemente, demasiado bueno para escribir. Pero dejando de lado la enorme envidia que le tengo a la forma en la que desarrolla sus temas, el día de hoy hizo que me acordara de una época que yo ya había olvidado. La etapa de mi vida en la que yo besaba hombres.

Me explico.

Justo hace diez años tuve la fortuna de vivir un buen rato en Buenos Aires y conocer de cerca la sociedad argentina. Ya lo he dicho en otras ocasiones, a mí eso de ser turista no me gusta; lo mío, lo mío, lo mío, es ser un viajero. Alguien que sabe que se debe bajar del autobús una parada antes pues se ahorrará diez pasos menos en llegar a su casa o quien ubica al mismo vendedor de periódicos todas las mañanas. El tipo de cosas que los turistas jamás notan.

Pues bien, ese tipo de experiencia la viví al estar en Buenos Aires. El tiempo que pasé en Argentina me permitió conocer las profundas diferencias (y las cercanas similitudes también) que marcaban a los pueblos argentino y mexicano. En aquella época un peso argentino era igual a un dólar americano, lo que volvía a esa ciudad algo obscenamente caro para un jovenzuelo de 17. El uso del tren y la chafez del metro fueron otra de las cosas a notar de diferencia entre mis dos ciudades. Pero la principal de todas ellas, la que más marcado me dejó, es justamente de la que habla Orsai en su último post: los besos.

Resulta ser que, por razones que desconozco pero que seguramente tendrán que ver con el delirio obsesivamente europeo que manejan los argentinos, cuando dos hombres en Argentina se saludan, lo hacen de beso. Sí, como lo leen. Los hombres se besan.

Así como aquí en México nos hacemos notar porque cuando conocemos a una mujer la saludamos de beso y abrazo, allá van un paso (?) adelante y cuando dos hombres se encuentran en la calle, se agarran del cuello y se dan un beso en el cachete.

Por supuesto, se podrán imaginar el corto circuito mental y cultural que esto provocaba. Yo llegaba a una fiesta con mi botella de Quilmes y alguien, no sé, Santi, desde el fondo del salón gritaba: «Pero que ha shegado el mexicaaaa-no!» Después de decir esto, cruzaba todo el departamento, me agarraba del cuello y me besaba. Yo no soltaba la botella de Quilmes como si de ello dependiera mi vida. Santi, dicho sea de paso, siempre traía una barba de tres días, por lo que al shock de ser besado por un hombre, agrégenle el shock de sentir barbita tocando tu, hasta entonces, virginal cachete.

Porque después de Santi (diminutivo de Santiago) venía Tincho (diminutivo de Martín), Santiago, Mateo, Matías, Facundo, Torli, Gabriel, Flavio y Ezequiel. Y todos te daban un beso y peor, OH PEOR!, todos esperaban recibir uno tuyo.

La primera semana fue más o menos fácil no caer ante el poder de la costumbre. Uno llegaba con cara de macho imaginándose Pedro Infante y diciendo por dentro «a mí ningún argentinillo me va a obligar a que lo bese». A la tercer semana, uno terminaba aplicando el «a la tierra que fueres, haz lo que vieres» y no sólo comenzaba a recibir besos sino que hasta le comenzaba a encontrar la razón del ser de la exótica manía de darle besos a los hombres. Al mes, entre lo pegajoso del acento, los modismos aprendidos y la costumbre auténtica de darle besos a los hombres, yo podía pasar por el mismísimo Martín Fierro.

Orsai compara la capacidad de darle besos a tus amigos con la profundida de la relación que puedes tener con ellos. Sé que bromea, pues tengo la fortuna de tener a mi alrededor amigos hombres que me conocen de cuerpo y alma sin que nuestros cachetes hayan sentido la necesidad de tocarse jamás. Bueno, con excepción de uno que fue, justamente, el primer amigo al que vi a mi regreso de Argentina y al que, con mucho gusto, me acerqué, lo tomé del cuello y le propiné un sonoro beso argentino en su mejilla mexicana.

Mi amigo, totalmente sacado de onda, sólo atinó a decir: «¡veo que vienes muy cambiadito!».

Written by Salvador Leal

noviembre 13th, 2006 at 7:21 pm

11 Responses to 'Besos'

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  1. Jajajajajaja

    «muy cambiadito» jajajajajajajaja!!!

    arboltsef

    13 Nov 06 at 7:24 pm

  2. Pues síd efinitivamente es algo muy fuera de nuestras costumbres, supongo que ha de costar trabajo acostumbrarse,
    pero como dices, si quieres aprender las costumbres hay que hacerlo bien y no a medias, aunque no quieras el tiempo allí te cambia poco a poco.

    A los unicos hombres que he besado en mi vida son mi padre y mis abuelos, y al baterista de mi banda que besamos entre todos, por mamón, nos dejó de hablar el resto de la tocada. jajajaja

    semidios

    13 Nov 06 at 7:28 pm

  3. juajauajaua. Ami el post de orsai tambien me conmovio, pero casi por lo mismo suyo. La costumbre mexicana de besar a lasmujeres, asi no las conozcan. Eso en mi tierra es cuasi una afrenta (ya se lohe platicado) pero lo mas chistoso fue despues ver a mis padres pasar por ese mismo proceso y demostrarles que yo ya no quitaba la cara para saludar a los desconocidos. Jejejeje… ahora resulta que en la familia, yo pase a ser «muyy cariñosa» y claro, la expresion «pero que cambiadita està».

    Orsai es dios..no le tenga envidia, acerquese a èl.

    yosola

    13 Nov 06 at 7:31 pm

  4. Jajaja entre este y el post del cajero ligador ya no sé ni qué pensar…

    Reiki

    14 Nov 06 at 12:51 am

  5. Mis amigos no me besan, pero tiene la horrenda costumbre de agarrarme el trasero.

    WJ Porter

    14 Nov 06 at 1:15 am

  6. Cuando entré a mi actual trabajo, me dí cuenta de algunas costumbres de mi jefe…. él y sus amigos que son todos niños ricos, entre ellos se saludan de besito en el cachete… a mí me parece algo de lo mas tierno…

    butterposa

    15 Nov 06 at 11:34 am

  7. Soy argentina, muy divertido tu relato, no sabía que esto podía ocurrir.

    Erika

    16 Nov 06 at 1:01 am

  8. Por razones del destino, que tienen que ver con las estellas alineadas y la luna azul de noviembre, he
    llegado a leerte. Comencé leyendo un comentario tuyo de hace tiempo, cuando relatas el laberinto
    que representó entrar al ITAM; puedo decirte que me conmovió. Si «conmovió» en mi universo es sinónimo de «identificó,» entonces
    ya te he dicho todo. Pienso que eres alguien con el valor de ser interesante
    y original, y eso, desde mi parecer, refleja la luz de un corazón muy hermoso. Por cierto, te gusta Cortázar?
    Felicidades! J.

    stellaj

    16 Nov 06 at 9:47 pm

  9. Hola desconocido, no sé ni como navegando, se abrio esta pagina, y pude leer el articulo de
    besos, me he visto muy identificada cuando contabas ese choque de culturas, que te hace
    a veces enfrentarte a situaciones diferentes, pero al final acabas entendiendo y ademas adoptando.
    Un saludote desde España

    Belen

    19 Nov 06 at 5:02 pm

  10. […] SalvadorLeal.com » Besos Esas mañas que uno agarra estando en el extranjero. (tags: besos personal recuerdos salvadorleal) […]

  11. Que bárbaro!! Te acordaste de todos los nombres!!! Bueno, al menos suenan a ellos!!! jaja

    A ver si «el viajero» se anima a conocer la vida al otro lado de la cortina de acero!!!

    Un beso, ché! 😉

    Shúnior!

    16 Ago 09 at 10:18 pm

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